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Por: Hugo CHAMBILLA [1]



Ante el desgaste de la agroindustria alimentaria que proviene de la revolución verde, con centros de abasto alimentarios colmados de productos convencionales, de transgénicos, y tendientes a ser controlados por pocas empresas transnacionales, entre otros problemas, surgen movimientos productores y consumidores con mayor conciencia e importancia de cambiar su forma de producir, consumir, y revalorar la agricultura ecológica y tradicional campesina.

No se puede negar que visibilizamos, al parecer, la punta del iceberg de la problemática alimentaria global. La escalada de los precios de los alimentos a nivel internacional ha centrado la atención sobre la capacidad productiva del sistema alimentario global. Sin embargo, la existencia de sistemas modestos de producción, como es la agricultura familiar campesina cuyos sistemas agroecológicos de producción de alimentos a pequeña escala y comercializada en mercados locales, puede brindar mejores respuestas a las demandas del presente y del futuro.

De esta manera, se propone un sistema articulado entre la producción agroecológica, mercados locales, la seguridad y soberanía alimentaria, con una mejor valorización de los territorios, que pueden constituirse en un modelo alternativo a los sistemas convencionales agroalimentarios vigentes.

En Ecuador, en los últimos años, por iniciativas de algunos productores y consumidores, además del apoyo de ONG´s han surgido las ferias ecológicas en diferentes provincias del país, pero principalmente en Pichincha y Guayas y otras como Santa Elena donde se han comenzado a unir fuerzas para tenerlas con más frecuencia.

Estas ferias que son llamadas Bio Ferias, Eco Ferias, Micro Ferias y Ferias Agroecológicas son espacios de promoción y comercialización local de productos agro-ecológicos, y tienen la perspectiva de mejorar la inserción o el acceso a mercados alternativos para los productores ecológicos, y para los consumidores, el acceso a alimentos sanos e inocuos y de esta forma contribuir a la construcción de esquemas más sustentables de producción y consumo a nivel local y/o regional.

De igual manera existen espacios permanentes como la Ecotienda Campesina de la FECAOL (Federación de Centros Agrícolas y Organizaciones Campesinas del Litoral) en la ciudad de Guayaquil de manera constante mantiene en stock una variedad de productos provenientes de fincas agroecológicas de diferentes partes del país.

¿Por qué existen estos espacios?

Porque en ellos conseguimos [2]:

1. Productos más frescos, sabrosos y nutritivos. Cualidades que se pierden cuando son almacenados y/o congelados por mucho tiempo como sucede en los supermercados.

2. Productos sanos y no se descomponen fácilmente. No contienen residuos tóxicos, ya que en su producción no se han empleado productos químicos, no tienen conservas ni otro tipo de aditamentos para su conservación.

3. Comida variada en base a productos locales. Los pequeños agricultores practican el policultivo y son los que mantienen vigentes las variedades de especies de frutas y hortalizas. Llevar una dieta variada es beneficioso y ayuda a la buena salud.


4. Reducir la emisión de gases contaminantes. Se reduce el transporte de lugares lejanos, se disminuye la emisión del CO2 y sus efectos directos como el cambio climático.

5. Consumir productos de temporada. Los productos de temporada son más baratos y mantienen sus cualidades. Existe contacto con las estaciones del año aprendiendo a diferenciar cuándo es el mejor momento para consumir cada producto.

6. Obtener mejores productos y a precios justos. La compra directa ofrece una buena relación calidad-precio. Es decir a un precio digno para el productor y justo para el consumidor.

7. Apoyar al mercado y los agricultores. Aunque sea muy pequeña, se ayuda a los agricultores locales y sus familias a vivir bien.

8. Reducir los desperdicios de la producción. Los supermercados rechazan los productos que no tienen el tamaño, color o forma adecuados. Los productores locales ofrecen la mejor calidad, e incluirán formas grandes y pequeñas e irregulares, porque así es como la naturaleza hace las cosas.

9. Favorecer la gastronomía local y regional. Conocer y valorar las variedades de frutas y verduras de una región es un activo cultural diferenciador y único.

10. Reducir y reutilizar los embalajes. Esto supone una gran diferencia, al contrario de los supermercados donde muchos productos frescos ya están envasados y producen grandes cantidades de basura no degradable.

11. Conocer la procedencia de productos y a los productores. Siempre es más reconfortante comer sabiendo de dónde vienen los productos. El agricultor te puede comentar todo sobre el producto: la forma cultivo, las variedades que producen, prácticas empleadas, etc.

12. Crear y/o reforzar las relaciones sociales. Se puedes hablar con el agricultor y preguntar sobre los productos, cómo se ha cultivado, sus propiedades, el cómo cocinarlo, etc. Para los niños puede ser emocionante ver cómo crecen los alimentos que comen, conocer su ciclo vital y su entorno. Generándose, finalmente, vínculos especiales de confianza entre el productor y consumidor.

13. Impedir los oligopolios. Al comprar en estos mercados se impide que pocos intermediarios especulen con los alimentos y los precios. Se ejerce el derecho a la soberanía alimentaria.

14. Dinamizar la economía local. Al comprar en mercados locales también se invierte en la dinamización de la economía local.

15. Conservar el paisaje y la biodiversidad local. La agricultura tradicional campesina y ecológica promueve la diversidad, conservación y respeto de la naturaleza y de los recursos productivos, lo que va contribuir positivamente en la creación y mantenimiento de paisajes variados y en equilibrio. Los alimentos de carácter local y diversos (variedades autóctonas) tienden a desaparecer ya que los supermercados ordenan sus líneas de productos según sus intereses económicos (variedades comerciales), sin importar su impacto negativo a niveles cultural, medioambiental y de salud.

16. Apoyar un modelo de desarrollo sustentable. Con mejorar los ingresos, los agricultores permanecerán, utilizarán y cuidarán su tierra para seguir produciendo alimentos.

17. Encaminar hacia un modelo de consumo sostenible. El consumismo despilfarrador promueve un modelo insostenible, tanto ambiental como socialmente, es totalmente divergente para el bienestar del planeta. Su solución es tan sencilla como llevar a cabo un consumo crítico, sostenible y racional, pensando las cantidades y productos realmente necesarios para su uso y consumo en nuestra vida cotidiana.

Por todo ello, se justifica el apoyo a la agricultura familiar, acudiendo y comprando directamente a pequeños productores tradicionales y ecológicos, ubicados en sitios como las ferias ecológicas, ferias tradicionales campesinas denominadas “del productor al consumidor” como espacios de resistencia y de soberanía alimentaria.

[1] Investigador proyecto regional Andino “Mercados Campesinos” AVSF.

[2] Adaptado de ECOAgricultor 18/04/2013.


Adaptado para Ecuador por Revista Digital Ballenita Sí.


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