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Rumbo al «Mejor lugar de la Selva»

Lili, activista ambiental guayaquileña participó del Encuentro Intercultural del Pueblo Cofán que se realizó días atrás en la comunidad de Dureno (Sucumbíos, Ecuador), ahora nos relata su experiencia:


Este viaje lo emprendí luego de superar muchos obstáculos, vivo en Guayaquil y me dí cuenta cuán amarrada estoy a muchas obligaciones; pero mi motivación de conocer de cerca la realidad del pueblo aborigen, sus costumbres, su lucha y su resistencia en contra las petroleras fue mucho más fuerte, por todo esto y con las ganas de  seguir conociendo el Ecuador, emprendí un viaje de cerca de 16 horas hacia su territorio en la provincia de Sucumbíos.


Estando a una hora y media de nuestro lugar de llegada Lago Agrio y con los primeros rayos del amanecer, lo primero que me impactó fue ver como la gente vive en la pobreza entre las más hermosas montañas, como pasan en fila los camiones cargados de madera, y muchas familias venden madera fuera de sus casas, ¿habrá proyectos de reforestación? 



Cientos y cientos de km de tubería recorren las montañas y los paisajes de Sucumbíos, la tubería pasa a lado de casas, sembríos, escuelas, por debajo de la tierra, parece un gran catéter chupando la sangre de la tierra. La tecnología de punta es una mentira, se ve nomás de lejitos como los tubos están tan oxidados tan frágiles y las historias derrames empiezan a escucharse al preguntar a algunos de los viajeros – uno por aquí, otro más allá- al mismo tubo se lo ve muy frágil y con muchos remiendos en algunos lugares. 


Después de la parada en Lago Agrio, llegamos a Dureno la tierra de los Cofanes, el aire huele diferente, hay que cruzar en canoa para llegar al otro lado y entrar a la comunidad, caminamos unos 10 minutos antes de ver la primera casa, era una choza alta, muy hermosa. La gente es muy amable, Fidel nos abrió las puertas de su casa y nos prestó su sala para poder instalar las carpas. 


La primera noche noche nos fuimos a la proyección de videos, caminar de noche en medio de la selva por primera vez es demasiado, todo esta tan oscuro, huele a frío a fresco los olores de las plantas llegan totalmente puros a mi nariz, todo tiene música, todo tiene vida. Vimos 2 videos, el de terrorismo petrolero sobre sus terrenos y la contaminación de las petroleras en el mismo y otro sobre el caso de Sarayaku que se llama el Sumak Kawsay es sin petróleo. Escucharlos hablar en cofán (A`ingae) es increíble, no entiendo nada pero ellos si me entienden a mi porque todos hablan español. 


Desde temprano por la mañana, comenzó  la fiesta con chicha, juegos tradicionales, etc. participé en dos pero no gané en ninguno, estuve conversando con los niños, a dos de ellos les enseñe a tomar fotos con mi cámara y tomaron algunas fotos, son hermosos. 

Además de la música y exposición de artesanías también leyeron la historia de los Cofanes, me hubiera gustado mucho que me enseñen esto en la escuela. 

La noche llegó y nos preparamos para la ceremonia del yagé, con hamacas, mantas y bien abrigados para dormir en medio de la selva. 
La experiencia de la ceremonia completa es indescriptible, las sensaciones, los sabores, los sonidos, el olor a selva cuan puro llegan los olores a mi nariz. 

Al dia siguiente pinté con los niños, son muy amigables, no tienen nada de recelo por no conocerme, solo se sentaron a pintar conmigo. 

Después de limpiarle las manitos a uno de ellos, regrese a casa de Fidel a descansar, en la tarde salimos a caminar se hizo de noche en la plaza conversando, riendo y preguntándonos cómo vamos a regresar sin linterna…con la luz del celular medio a oscuras medio viendo regresamos y antes de cruzar el rio nos metimos más adentro para escuchar la música de la selva, fue increíble, escuchar todo sin el menos ruido que interrumpa era como escuchar una sinfonía, viendo la vía láctea en el cielo y las galaxias en el cielo. 

El último día  nos empezamos a preparar para el regreso pues debía volver a Guayaquil a mis responsabilidades, después de 16 horas viajando estaba otra vez hacia la ciudad, y todo parecía que había sido mentira, y ahora entiendo porque muchas personas no son conscientes de mucho de lo que hacemos en la ciudad de cuánto daño le hacemos al planeta con nuestras acciones, y es porque no conocemos otra forma de vivir que la que tenemos, una más sencilla, en constante contacto con la naturaleza y las tradiciones.

Por: Lili
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