El TERRORISMO. Esa «mala palabra» que suele traer a la mente imágenes de decenas o cientos de muertos, grandes explosiones, ataques secretos y muy destructivos y otro sinnúmero de acciones posibles. Años atrás, existía a nivel global una fuerte tendencia por parte de los gobernantes de rechazar que esa diabólica palabra podía tener cabida en sus países. Esto, fue cambiando a raíz de los «siempre-dudosos» hechos de Septiembre del 2001 en Nueva York. Poco a poco, gobernantes de varios países -en fila- se fueron dando cuenta que era una buena manera de ir silenciando, por varios años, a quienes tenían capacidad de movilización de masas por la defensa de lo que la casta gobernante suele llamar «operaciones en sectores estratégicos» y prostituyéndose aún más hasta incluso abarcar a cualquier otra persona que en un momento dado pueda ser considerado molesto para los gobiernos auspiciadores de este tipo de operaciones.
Es así que Colombia, Argentina y Ecuador apuntan por legislación relacionada; y los dos últimos casos por ejemplo son motivo de análisis sociológico para evaluar si esa figura de terrorismo y sus acusados van de acuerdo con la realidad de los procesos que se viven en estos países. El hecho que en pocos años, por ejemplo en Ecuador existan cerca de 200 acusados por la causal de terrorismo aunque solo unos cuantos -contados con los dedos de la mano- han recibido sentencia, podría significar: 1. Que Ecuador ha dejado de ser esa isla de paz que tanto enorgulleció a su gente y que incluiría una alerta para quienes lo visiten; o 2. Que el sistema es tan fallido, que no puede demostrar esos supuestos casos de terrorismo, lo cuál podría dar mayor cabida a las apreciaciones de sobre cuál es el uso real que se le dá a esa figura de terrorismo.
La poesía, así como el arte en general, no está ajeno de esta realidad, la cual está siendo plasmada en un número cada vez mayor de expresiones artísticas. Para este caso, queda para su consideración dos trabajos poéticos que vienen desde el sur del continente pero que fácilmente podría ser visto en cualquiera de los casos antes mencionados:
- Soy terrorista
Soy terrorista para el gobierno de mi país
Porque creo en el espíritu del árbol y del río
Porque adoro al sol y no al dinero
Porque no quiero represas en el sur
ni energía sucia de sangre que alimente al monstruo
Mórbido del hiper mercado neoliberal (bajo cualquier nombre USA, China…igual dá)
Soy terrorista porque no tengo trabajo estable
Ni contrato
Ni chequera
Ni cuenta corriente
Ni tarjetas de crédito
Porque hace años renuncié a la idea de una casa propia
Porque no pago impuestos
Porque no soy una buena clienta de las casas comerciales
Porque ando en bicicleta o a pie.
Porque tengo un amigo mapuche (cofán o kichwa) que me visita en casa
Y a quién yo visito
Soy terrorista porque soy mujer, poliamorosa y libre
Porque digo lo que pienso
Porque no tengo armas
Porque creo en el amor
Y en las personas
Porque ejerzo el poder de mi palabra verdadera
Porque no me inclino ante nadie
Porque no practico el arte de la genuflexión
Porque no ambiciono lo que no me pertenece por derecho propio
Porque la pobreza no me asusta
Ni me paraliza
Soy terrorista porque para un esclavo la libertad del otro
es pavorosa amenaza
Elizabeth Neira
- SOY TERRORISTA, y soy el desocupado que corta la ruta por trabajo, dignidad y cambio social.
SOY TERRORISTA, y soy la campesina que resiste las topadoras y lucha por su derecho a la tierra.
SOY TERRORISTA, y soy la mujer que escracha al gobierno reclamando su derecho a abortar de forma segura y gratuita en el Hospital.
SOY TERRORISTA, y soy la docente que extorsiona y chantajea al gobierno ejerciendo su derecho a huelga en la pelea por llegar a fin de mes.
SOY TERRORISTA, y soy la travesti que patea la puerta de la Legislatura y exige la derogación de los edictos policiales y códigos contravencionales.
SOY TERRORISTA, y soy el empleado del Estado que hace paro porque hace años trabaja en negro y lucha por pasar a planta.
SOY TERRORISTA, y soy la mujer que escracha a jueces y policías por ser cómplices de las redes de trata que secuestraron a su hija.
SOY TERRORISTA, y soy el poblador que acampa contra la minería a cielo abierto.
SOY TERRORISTA, y soy el varón trans que resiste a la patologización y lucha por su derecho integral a la identidad, a la salud y al trabajo.
SOY TERRORISTA, y soy la trabajadora precarizada de las cooperativas, que enciende una goma para reclamar herramientas y salarios dignos.
SOY TERRORISTA, y soy un estudiante secundario que toma el colegio para reclamar que arreglen el techo que se les cae encima.
SOY TERRORISTA, y soy el QOM que acampa en la 9 de Julio reclamando el reconocimiento de su propiedad sobre las tierras ancestrales.
SOY TERRORISTA, y soy la lesbiana que no se quiere casar y le muestra las tetas al Obispo porque tampoco quiere ser invisible.
SOY TERRORISTA, y soy la madre que incendia la cocina dónde hacen el paco que está matando a sus hijos.
SOY TERRORISTA, y soy uno de los 5000 compañerxs procesadxs por luchar en el país de los derechos humanos.
SOY TERRORISTA, y soy el piquetero que sube cada 26 al Puente Pueyrredón a gritar que Darío y Maxi no están solos.
SOY TERRORISTA, y soy el testigo clave desaparecido por el terrorismo de Estado aún impune.
SOY TERRORISTA, y soy el pibe matancero borrado por resistirse a robar para la policía.
SOY TERRORISTA, y soy el estudiante asesinado por la burocracia sindical amigos de los k en las vías del ferrocarril.
SOY TERRORISTA, y soy el campesino muerto en manos de los mercenarios del modelo sojero.
SOY TERRORISTA, y soy una argentina (ecuatoriana, colombiana, peruana) que cree que un gobierno “nacional” no debe aprobar leyes a pedido del Imperio. (sea cual sea)
SOY TERRORISTA, y soy un argentino que cree que un gobierno “popular” no puede aprobar leyes gorilas que criminalicen a los que luchan.
SOY TERRORISTA, y soy el pueblo organizado desde abajo, que no le teme a ni a tus leyes ni a tus balas, y que va a seguir luchando para que este sistema terrorífico se termine de una vez, hasta que todos los terroristas seamos libres.