Por Guido Calderòn.
Con el ánimo de incrementar el turismo interno el gobierno eliminó meses atràs el pago de ingreso a las cuarenta y siete áreas protegidas de Ecuador, las mismas que se caracterizan por su belleza paisajìstica, biodiversidad y endemismo, lo cual las convierte en destinos muy atractivos, pero este incremento està agravando los problemas que ya existìan de sobrecarga y descontrol; asì, con la exoneración del pago, las estructuras están colapsando.
Por ejemplo, la Reserva Faunística del Chimborazo registra el ingreso de 56.000 turistas al año y apenas dispone de cuatro servicios higiénicos. Se debió eliminar los basureros pues los guardaparques no se abastecían a retirar tanta basura y ahora lo que se hace es instruir al visitante que se la lleve.
El Parque Nacional Llanganates que en el año 2011 recibió 3.000 visitas, en los cuatro primeros meses de este año ya superó las 2.000, lo que tiene en aprietos a los guardaparques que avizoran grandes impactos ambientales difíciles de revertir en estas zonas tan sensibles y frágiles con un endemismo que una vez afectado, el daño es irreversible.
Sólo en el Corredor Ecológico Sangay – Llanganates, hay más de quinientas especies de aves, ciento noventa plantas endémicas, en tanto que en Galápagos existes noventa de aves y ciento ochenta de plantas. Lo que demuestra que en el continente tenemos tesoros genéticos muy valiosos, que están desprotegidos y ahora enfrentan una peligrosa sobrecarga de visitas.
La carretera Atillo – 9 de Octubre parte de la famosa Guamote – Macas, podía haber sido el más grande atractivo natural del Ecuador continental, por atravesar el corazón del PN Sangay, Patrimonio Natural de la Humanidad, hoy está completamente invadida y deforestada. Es el desastre ecológico más salvaje y terrible que hayamos cometido en la última década. Se supone que ninguna persona debía habitar ahí y ya hay pueblos enteros que viven de la tala y caza.
Las rentas que reciben las áreas protegidas son escuálidas y sus mal equipados guardapaques poco pueden hacer ante la invasión permanente de la ganadería de las haciendas, campesinos y comunidades indígenas, preludio a la tala de bosques y luego de los cultivos, destruyendo en forma sistemática los páramos, las fuentes hídricas y las laderas andinas lo que provoca inundaciones en la Costa y Amazonia.
El manejo de las áreas protegidas no se modifica, un Ministerio del Ambiente con ingresos irrisorios, poco personal, un marco legal obsoleto, no logra frenar la invasión, colonización, destrucción de bosques, pesca y caza ilegal, y ahora se les vino encima una avalancha de visitantes nacionales sin educación previa ni conciencia ambiental formada.
Publicado originalmente en: TrafficNews.