Un viernes de febrero de 1966 en un sector de José Luis Tamayo, mas conocido por sus habitantes como “Muey”, existía un salón de baile llamado PALITO, en alusión a la apariencia física de su dueño el Sr. Pedro Reyes Lainez.
A este sitio acudían familias que llegaban de Guayaquil, así como también familias de la localidad, pues la fama que había ganado este sitio, se debía a la alegría, el romance, la música y diversión lo que le permitió convertirse en punto de encuentro muy concurrido por propios y extraños.
Una de las familias guayaquileños concurrentes asiduas a este sitio era la familia Peña así como también la familia Tigrero y la familia De la Cruz hijas del famoso Champán.
Se rumoraba que la prosperidad del negocio del Palito se debía a cierto pacto hecho con el diablo, Palito, el dueño recibía siempre a sus clientes con su carismática y amplia sonrisa. Mientras bailaban y al transcurrir de las horas ya cerca de la media noche y el ambiente se torno pesado. Ana bailaba con la mirada fija a su compañero de baile sin percatarse que eran centro de atención del salón.
Y con asombro todos miraban … de pronto ella dijo papa mama ayúdenme y cae al piso. La gente gritaba y rezaban se arrodillaban y otros simplemente corrían desesperados sin rumbo.
Entre el tumulto de gente aparece un hermoso caballo en el cual el hombre misterioso se sube y desaparece dejando notar el rabo que asomaba por sus pantalones. Desde aquel entonces quedó bautizado este personaje como Bartolo ya que la revelación de su figura se dio al son de esta música y desde aquel día la gente no frecuentó mas el gran salo palito por el temor de volverse a encontrar con Bartolo.
Tomado de la web del Municipio de La Libertad.