Este enigmático jinete tenía un lugar predilecto para descansar: la albarrada en el barrio Rocafuerte. Al llegar aproximadamente a la medianoche, se detenía junto a un pozo, donde se tendía sobre su tapa para reposar. Después de un tiempo, se retiraba por el mismo sendero misterioso por el que había llegado, desvaneciéndose en la oscuridad de la noche.
Sin embargo, la aparición de este jinete no era un simple espectáculo nocturno. Su presencia en el pueblo se consideraba un sombrío presagio de muerte. Los lugareños creían firmemente que su llegada anunciaba un fallecimiento próximo en alguna de las familias del pueblo. De hecho, no pasaba mucho tiempo antes de que una familia comenzara a vestirse de luto, confirmando las sombrías predicciones del misterioso jinete.
Aunque para muchos podría tratarse simplemente de una leyenda o un cuento popular, para los habitantes de este pueblo, la historia del jinete blanco era una realidad palpable, una parte integral de su folklore y tradición oral. Las generaciones más ancianas recordaban con temor las noches en que el jinete hacía su aparición, y las familias afectadas por su presencia vivían con el peso de su sombrío pronóstico.
La historia del jinete misterioso es un ejemplo fascinante de cómo las leyendas y mitos pueden arraigarse profundamente en la cultura de un pueblo, influenciando sus creencias y tradiciones. Aunque la ciencia y la razón puedan intentar ofrecer explicaciones lógicas para estos fenómenos, la verdad es que historias como la del jinete blanco perduran en la memoria colectiva, manteniendo viva la magia y el misterio que rodean a este pequeño rincón del mundo.
Basado en la recopilación de Maria Teresa Alvarez y Sol Damerval en Mitos y Leyendas de la Península de Santa Elena.