Cargando

Desde hace màs de 4,000 años gente de la cultura Valdivia fuè capaz de navegar en alta mar, pues realizò peregrinajes a una isla considerada sagrada -la isla de la Plata- localizada a 30 kilòmetros de la franja costera.

La representaciòn artìstica muestra canoas labradas en un solo tronco, tècnica que tambièn està presente en culturas posteriores como Chorrera, que ademàs representò otro medio de navegaciòn conocido como «caballito de totora» que servìa ùnicamente para la pesca ribereña.

La navegaciòn por mar abierto permitiò la construcciòn de nuevas redes de intercambio y comunicaciòn. Unos cinco siglos antes del inicio de nuestra era, los contactos marìtimos con pueblos del oeste de Mèxico, CentroAmèrica, Colombia y Perù ya eran regulares (Stothert, 2006).

Pero es en los siglos anteriores a la llegada de los invasores españoles que la navegaciòn alcanzò su màximo desarrollo con la cultura Manteño-Huancavilca (500-1232 d.C). Los desplazamientos oceànicos fueron posibles de realizar gracias a la construcciòn de grandes embarcaciones y al empleo de novedosas tècnicas de navegaciòn sin precedentes en Amèrica, vinculadas al conocimiento de las propiedades de la madera de balsa.

En la costa ecuatoriana se concentra el habitat del palo de balsa (Ochroma logopus) y de la caña guadùa (Guadua augustifolia), materiales esenciales en la construcciòn de estas barcas. La apropiaciòn exclusiva de estos productos asegurò a los antiguos habitantes de la costa ecuatoriana, el monopolio sobre el diseño y las tècnicas de navegaciòn utilizadas. (Marcos, 2006)

Tanto el palo de balsa como la caña guadùa son materiales livianos que les proporcionaron a estas embarcaciones gran estabilidad y la posibilidad de navegar en alta mar, incluso contra el viento. Para ello utilizaron, aparte de la vela, el mètodo de guaras -distinto al del timòn- que consistìa en hundir o alzar tablas colocadas verticalmente tanto en la proa como en la popa, lo que hacìa que la embarcaciòn, de gran capacidad de casrga, cambie de rumbo fàcilmente, haciendo tantos virajes como fuesen necesarios.

En 1526, el primer barco español que llegò a las costas ecuatorianas en son de exploraciòn, se topò con una balsa que llevaba un gran cargamento que incluìa, entre otras cosas, espejos de obsidiana con marcos de plata, telas ricamente bordadas, joyas de oro y plata, recipientes ceràmicos de color negro y algunas esmeraldas, pero por sobre todo, una gran cantidad de conchas Spondylus. La capacidad de carga era de 30 toneles grandes (aprox. 25 toneladas) (Samano 1990).

Todos estos artìculos tenìan un alto valor simbòlico en un mundo lleno de sentimientos religiosos (Stothert 2006), en especial la concha Spondylus – que se la encuentra solamente entre las costas de Ecuador y Mèxico y aparece ocasionalmente con la corriente càlida del Niño – que era considerada como «llamadora de la lluvia». Por eso, los navegantes manteños, aparte de las conchas que podìa obtener en las costas ecuatorianas, viajaban hacia el norte con la intenciòn de abastecerse de una mayor cantidad de ellas. Su propòsito era llevarlas posteriormente hacia el sur y entregàrselas a los pueblos que no disponìan de esta ostra espinosa. A cambio, obtenìan lapislàzuli, turquesa, cobre, porcedentes de Perù y del Norte de Chile.


Ecuador. Hitos de su pasado precolombino. Santiago Ontaneda. Banco Central del Ecuador
es_ESES_ES