Por : Nicolás Díaz Reinoso
Ya sea por sus colores, sus diseños, o lo que representan para quien los luce, los tatuajes, más allá de ser un grito de rebeldía, son una forma de hacer arte o apoyar a una ideología mediante el uso del cuerpo. Sin embargo, esta práctica no es algo reciente o relativo a nuestra época. ¿De dónde surgió?
Dos de los vestigios más antiguos de la práctica de tatuar el cuerpo son la antigua sacerdotisa egipcia Amunet y una momia encontrada en un glaciar en 1991. Los diseños que lucían eran bastante simples, a base de puntos y rayas. Actualmente, los diseños en el cuerpo son obras complejas, donde las formas y colores son tan infinitas como la creatividad de cada artista.
Es en la antigua Polinesia donde surge la práctica de los tatuajes con diseños complejos, los cuales tienen sus propios significados dependiendo de cada persona y de cuánta área corporal cubren, pues también se los consideraba un escudo contra espíritus malignos. Para algunos pueblos, el tatuaje que cada uno lleva en la piel es una huella digital que lo diferencia del resto de su gente tanto como su nombre o su título.
Existe también una fuerte connotación erótica ligada a los tatuajes, símbolos de virilidad en los hombres y de feminidad en las mujeres. En la India existe la costumbre de pintar las manos de las novias con dibujos hechos de henna que, a la par de ser un adorno, también es un símbolo de que la mujer está recién casada o que contraerá matrimonio pronto.
En las Islas Marquesas, el tatuaje era considerado un escudo físico y espiritual, por lo que los hombres generalmente se tatuaban todo el cuerpo. Sin embargo, existía la creencia de que al guardián del Paraíso le desagradaban los tatuajes: para que una persona entrase al Cielo, sus congéneres debían quitarle la piel antes de enterrarlo.
Hombre de Islas Marquesas
Los tatuajes fueron llevados a Europa con la conquista del siglo xviii. Los navegantes europeos llegaron a esas tierras y se quedaron fascinados e intrigados a la vez. No solamente por lo increíble de los diseños y su gran colorido, sino también porque el método que se utilizado en la piel era para ellos algo jamás antes visto.
En la actualidad, llevar tatuajes es una práctica que ha perdido todas sus connotaciones místicas. Existe una increíble variedad de diseños y motivos, en negro o en vivos colores. Animales, plantas, nombres de personas, Jesucristo, la Virgen María… y, por supuesto, los llamados “tatuajes tribales”, diseños que evocan de alguna forma los que se imprimían en la piel de los eurasiáticos y polinesios. Con los años y las influencias culturales, el llevar un tatuaje ha pasado de ser una distinción protectora a convertirse en una distinción ostentosa (en unos casos más que otros, por supuesto). Ha llegado a tal punto que inclusive se han realizado películas referentes a los tatuajes, como el delirante film bien llamado “Memento” (Recuerdo) de Christopher Nolan que presenta a un sujeto sin memoria de corto plazo incapaz de elaborar recuerdos duraderos. Para compensar esta carencia, utiliza fotografías y un método mnemotécnico bastante curioso: tatuarse lo que quiere recordar.
Todos, sin más distinción que la edad y en ciertos casos la condición médica, pueden hacerse tatuajes, lo importante es encontrar un lugar apropiado para hacerlo (es decir un lugar que, por lo menos, tenga pinta de que no nos contagiará enfermedades), y ser conscientes de que, aunque se supone que ya existen métodos de remoción definitiva, un tatuaje es una marca que nos acompañará toda nuestra vida desde el instante en que el tatuador levante la aguja de nuestra piel dando por terminado su trabajo.